Una propuesta que gira en torno a la analogía vestimenta-hábitat, a la
concepción de lo textil como espacialidad. Parte del desarmado de prendas de
vestir, es decir su descosido, para luego rearmarlas en propuestas formales diferentes,
volver a encajar sus piezas (ya no en el volumen y en función de la anotomía
del cuerpo, sino en el plano, y liberadas de su funcionalidad). Su estructura
original, las líneas de costura, son desarticuladas, y sus formas, separadas,
desfragmentadas, para generar nuevas configuraciones, nuevos órdenes posibles,
distintos, diversos, múltiples. Nuevos espacios para otros modos de habitar.
La
vestimenta como arquitectura blanda, mutante, ambulante. Como hábitat que nos
alberga, que nos protege, que nos abriga. Pero también como soporte móvil que
se desplaza con nosotros, sus portadores, conectándonos con el mundo
circundante, con los otros. Una propuesta, para pensar los adentros y los
afueras. Los límites, las fronteras que nos separan, pero que a la vez nos
conectan, nos ponen en contacto. Lo íntimo y lo común. La permeabilidad y la
afectación recíproca.
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